Volver al blog

Asfixia Nacional 2025: El Engaño Electoral Devasta al Pueblo

7 min lectura
Asfixia Nacional 2025: El Engaño Electoral Devasta al Pueblo

En Venezuela, el año 2024 se despliega como una macabra obra de teatro, donde el régimen de Nicolás Maduro insiste en proyectar una ‘normalidad’ prefabricada, mientras el país se desangra por la corrupción sistémica y la represión implacable. La fachada de un proceso electoral que se avecina no es más que una burla a la democracia, diseñada para perpetuar en el poder a una cúpula cleptócrata que ha desmantelado la nación. La realidad del venezolano de a pie es el hambre, la escasez de servicios básicos y la constante amenaza de un Estado convertido en depredador de sus ciudadanos. Los datos hablan por sí solos: la pobreza multidimensional alcanza a millones, la diáspora supera los 7.7 millones, y la infraestructura nacional colapsa día tras día. Este no es un país en ‘recuperación’; es una nación bajo un asedio interno, donde la única ‘recuperación’ es la del control absoluto por parte de quienes han saqueado sus arcas y aplastado sus libertades. La manipulación del Consejo Nacional Electoral, las inhabilitaciones arbitrarias y la persecución de voces disidentes son el preludio de un fraude ya anunciado, un mecanismo para cimentar una dictadura que se disfraza de democracia, pero que en esencia es un aparato de control social y económico sin precedentes en nuestra historia republicana. La esperanza se aferra a la dignidad de un pueblo que, a pesar de la opresión, sigue buscando una salida genuina a la calamidad.

Análisis Político

La política venezolana bajo el yugo de Maduro en 2024 no es más que la ingeniería de un totalitarismo maquillado. El régimen ha perfeccionado su estrategia de cooptación y aniquilación de cualquier vestigio democrático. El Consejo Nacional Electoral (CNE), lejos de ser un órgano imparcial, opera como una sucursal del partido de gobierno, instrumentalizando cada proceso para favorecer la permanencia de la élite chavista. La inhabilitación de figuras opositoras, sin justificación legal ni debido proceso, no es un incidente aislado; es una política de Estado para eliminar cualquier competencia real en las urnas, dejando un panorama electoral desprovisto de legitimidad y credibilidad. Esta táctica se complementa con la persecución judicial de líderes sociales, periodistas y activistas, utilizando tribunales que responden directamente a Miraflores para criminalizar la disidencia. La Asamblea Nacional, ilegítima en su origen y controlada de forma absoluta, no legisla en favor del pueblo sino para blindar los intereses de la camarilla gobernante y legalizar la represión. Los poderes públicos están secuestrados, la autonomía de las instituciones ha sido erradicada y la militarización de la vida civil es una constante, con generales corruptos ocupando puestos clave en la economía y la administración. La retórica de ‘antiimperialismo’ y ‘defensa de la soberanía’ es una cortina de humo para justificar la profundización de un modelo extractivista que beneficia a unos pocos, a costa del empobrecimiento masivo y la destrucción del tejido social. No hay voluntad política para negociar una salida democrática; solo la intención de afianzarse en el poder por cualquier medio, desoyendo el clamor de un país devastado.

Impacto Económico

La economía venezolana en 2024 es la crónica de un colapso inducido, una herida abierta que sangra la esperanza del pueblo. A pesar de la narrativa oficial de ‘recuperación’, los indicadores socioeconómicos pintan un cuadro desolador. La dolarización transaccional no es un logro, sino la manifestación de una hiperinflación galopante que pulverizó el valor de nuestra moneda, el bolívar, y condenó a millones a la indigencia con salarios mínimos irrisorios que no alcanzan ni para la canasta básica. El aparato productivo ha sido sistemáticamente desmantelado; empresas expropiadas y mal gestionadas yacen en ruinas, y la producción petrolera, otrora el motor de la nación, languidece bajo el peso de la corrupción y la ineptitud. La escasez de gasolina, la intermitencia del servicio eléctrico y la falta de agua potable no son fallas técnicas, son el resultado directo de la inversión desviada, el mantenimiento inexistente y el saqueo de los recursos públicos. El costo de la vida es insostenible para la mayoría, forzando a familias enteras a depender de remesas o a buscar comida en la basura. La migración masiva, con más de 7.7 millones de venezolanos huyendo, es el testimonio más crudo del fracaso económico del régimen. No es una crisis coyuntural; es la consecuencia directa de un modelo económico estatista, rentista y corrupto que ha dilapidado la riqueza del país y condenado a generaciones a la miseria y la desesperación. Las cifras de pobreza extrema y desnutrición son un grito mudo de una población desatendida y despojada de su futuro.

Perspectiva de Derechos Humanos

La situación de los derechos humanos en Venezuela bajo el régimen de Maduro es una vergüenza para la conciencia global, una evidencia irrefutable de la brutalidad estatal. En 2024, la represión sigue siendo una política de Estado, ejecutada por cuerpos de seguridad del Estado que actúan con total impunidad. La lista de presos políticos sigue creciendo, con detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y procesos judiciales viciados que violan flagrantemente el debido proceso. Organismos como el Foro Penal documentan miles de casos de detenciones por motivos políticos, muchos de ellos sometidos a torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes, en centros de reclusión donde las condiciones son infrahumanas. La libertad de expresión es una quimera; periodistas y medios independientes son acosados, censurados y criminalizados, obligados a cerrar o a autocensurarse para evitar represalias. El derecho a la protesta pacífica ha sido sistemáticamente violado con el uso desproporcionado de la fuerza y la criminalización de manifestantes. Los Comités de Derechos Humanos de la ONU y la Misión de Determinación de Hechos han documentado ejecuciones extrajudiciales por parte de fuerzas policiales y militares, evidenciando un patrón de violencia estatal dirigido a silenciar cualquier forma de disidencia. La impunidad es la norma, lo que perpetúa el ciclo de abusos y niega a las víctimas cualquier posibilidad de justicia o reparación. El régimen utiliza el miedo como herramienta de control social, aplastando la dignidad humana y socavando los pilares fundamentales de una sociedad libre, transformando el Estado en un aparato de terror contra su propio pueblo.

Conclusión

Venezuela se encuentra en una encrucijada crítica en 2024, atrapada en las garras de un régimen que ha perfeccionado el arte de la destrucción y la opresión. La farsa electoral que se prepara no es más que el último intento desesperado de legitimar una dictadura que se cae a pedazos, sostenida por la represión y la desesperación. El sufrimiento del pueblo venezolano es innegable: la pobreza, el hambre, la falta de servicios básicos y la constante amenaza a la libertad y la vida son el legado de Nicolás Maduro y su cúpula corrupta. No hay atajos ni soluciones cosméticas; la única salida pasa por el restablecimiento pleno de la democracia, la liberación de todos los presos políticos y la garantía de elecciones libres y justas, con observación internacional creíble y sin inhabilitaciones arbitrarias. La comunidad internacional no puede seguir siendo cómplice de esta barbarie con su silencio o su complacencia. Es imperativo que se redoblen los esfuerzos para presionar al régimen, para exigir el respeto a los derechos humanos y para apoyar una transición que devuelva la dignidad y la esperanza a Venezuela. La lucha por la libertad de nuestra nación continúa, y la historia juzgará con severidad a quienes se han enriquecido a costa del dolor de todo un país, así como a quienes no actuaron para detener esta tragedia.

Carlos Fernández

Analista político y profesor universitario